2.4.05

Descanse en paz Santidad

Descanse en paz Santidad, si es que le dejan, si es que le dejan.
Lo hemos visto morir cada día. Desde hace tiempo ya, se han vuelto habituales los temblores del parkinson; el cansancio era una constante en su rostro y su cuerpo se notaba cada vez más frágil. Ha sido cruel, han hecho de él un mono de feria: el Papa que a pesar de su enfermedad salía valientemente a saludar a los fieles. Dicen que el quería que fuera así; perdónenme señores, dudo que el pueda "querer algo" en su estado.
Que lo dejen ir, santo o no, al cielo o al infierno, junto a Dios o a ninguna parte, donde sea, pero que le dejen disfrutar del descanso eterno del alma o del sueño infinito del cuerpo.
Muchos ancianos dicen que están cansados de vivir, no se si es una sensación a la que se llega en determinado momento, cuando son demasiados los recuerdos, cuando ya se ha vivido lo bastante. Quizá el sueño de cada noche no sacia al cuerpo de descanso, y se desea más: "dormir para siempre". No sabemos nada de la muerte; la aterradora idea de la sensación que se tiene al no-existir es completamente desconocida para nosotros, pero muchos la desean. Es nuestro sino, estamos avocados a ella aunque no sepamos ni queramos aceptarla.
Al Papa le ha llegado ese momento, que no lo torturen haciéndole ir contra la muerte. Es lo único contra lo que un humano no puede luchar. Que le dejen seguir con su evolución, que le dejen morir. Aunque lo único que vaya a ser su cuerpo sea pasto de gusanos y sus restos se mezclen con la tierra, que lo dejen descansar. Lo merece, todos merecemos morir para seguir el ciclo, para descansar, para vivir de otra manera, aunque sólo sea como parte de la cadena alimenticia.
Descanse en paz Santidad, si es que le dejan.